Estudiar Doctorado en Medicina para mí, es una de las más grandes metas por cumplir ya que desde niña me ha motivado mucho ayudar a las personas sin distinción alguna y esta carrera me permite acercarme a ellas y brindarles mis conocimientos. Es muy humanitaria, gratificante y me es grato el poder hacerlo. Me deja una satisfacción indescriptible el recibir una sonrisa de agradecimiento de los pacientes por sanar sus padecimientos. En segundo lugar, me gusta mucho aprender el funcionamiento del cuerpo humano, entender lo complejo y perfecto que funciona con normalidad, así como la investigación y la ciencia. Por lo que todo esto, complementa mis deseos de aprender cada día, esforzarme siempre y mantenerme actualizada con los cambios y nuevos descubrimientos, que realiza la ciencia día con día. Supe que este es el camino a seguir para ampliar mis conocimientos y así mismo poder colaborar a mejorar la salud de las personas más necesitadas, sin esperar nada a cambio.
Mi voluntariado con FUNDEMAC fue motivado por sus objetivos, valores y visión, ya que me incentivaron a dar un aporte desde mis posibilidades para las comunidades y diferentes poblaciones dentro de la misma. Es bonito saber que se pueden lograr grandes cosas con un pequeño aporte y, que mejor que hacerlo, desde los conocimientos adquiridos durante mi carrera y brindar información y educación sobre salud a través de dinámicas y metodologías dinámicas y motivadoras.
En las comunidades por las costumbres, se realizan prácticas de higiene que afectan la salud de toda la familia. FUNDEMAC asume la voluntad de generar cambios desde la educación y mi aporte es apoyar ese proceso formativo, desde facilitar la identificación de prácticas indebidas o erradas junto con las familias, como las medidas a mejorar para la correcta práctica de la higiene personas, familiar y comunitaria. Con la misma metodología, en otros temas relacionados, como el saneamiento básico y correcto de cada hogar, los conocimientos de la buena eliminación de desechos sólidos. Fue exitosa la metodología de partir del conocimiento de las personas y compresiva.
Me ayudó a fortalecer mis estrategias para un mejor acercamiento con la población, a conocer diferentes realidades de nuestro país y a sacar el mejor provecho desde los recursos con que cada persona cuenta para poder tener una mejor vida y un mejor entorno para subsistir.
En el camino de superarse todas las personas encuentran diferentes dificultades y, sin embargo, son muy creativas, encuentran fortalezas en sus debilidades y logran así una mejor forma de vivir, siendo auxiliadas desde la educación.
Animo a sumarse al voluntariado que promueve FUNDEMAC para mejorar las comunidades y nos fortalece como personas y profesionales.
Me resulta muy difícil resumir en pocos párrafos la experiencia que viví en El Salvador, colaborando con FUNDEMAC a finales del año dos mil doce. Son muchas las personas, lugares, momentos e historias que me vienen a la mente cuando pienso en los tres meses que estuve en este bonito país. Podemos pensar que es mucho tiempo, pero os aseguro que apenas había aterrizado cuando tuve que partir de vuelta a España. Dicen que el tiempo vuela cuando estás a gusto, y eso es lo que me ocurrió a mí, que desde el primer momento me sentí como parte del equipo y de esa gran familia que conforma.
Conocí a FUNDEMAC a través de la Universidad de Zaragoza, quién me concedió una beca de prácticas de cooperación. Allí me hablaron de la fundación y de las buenas experiencias que habían tenido otros alumnos en años anteriores, por lo que no dudé en escoger este destino. Hoy estoy segura de que no me equivoqué en mi elección.
Las funciones principales que desarrollé durante mi estancia en El Salvador fueron la de impartir dos cursos a docentes del departamento de Morazán en la Escuela Superior de Maestros “Carmen González” y apoyar y programar actividades en el Centro Cultural “El Coroban” de Lolotiquillo, allí hicimos multitud de manualidades y juegos diferentes con los niños, pero sobre todo, recuerdo especialmente la acampada de un fin de semana en la que participaron los niños y las niñas, sus padres y parte del equipo de FUNDEMAC. Fue una bonita experiencia que nos ayudó a conocer al pueblo, las familias y las relaciones entre ellos, es increíble cómo se involucraron en la organización y participaron en todas las actividades y juegos, pero lo más importante para mí es que a partir de este fin de semana nacieron muy buenas amistades y pasamos tan grandes momentos que serán difíciles de olvidar.
Y es que dicen que lo mejor de El Salvador es su gente ¡y qué gran verdad! Éste es un pequeño país con gente enorme, y puedo hablar de todos, desde los compañeros de equipo, de trabajo, alumnos de los cursos impartidos en el ESMA, habitantes de Lolotiquillo y el resto de gente que fui conociendo a lo largo de mi estancia, como amigos de amigos, familiares, vecinos… todos ellos se portaron especialmente bien conmigo, cuidaron de mí y se preocuparon de que estuviera bien, me enseñaron su cultura e historia, me mostraron bonitos lugares, me agradecieron hasta lo más mínimo, me prestaron su ayuda si la necesitaba, pero sobre todo, me dieron su cariño y me regalaron sus sonrisas. Conocer a cada uno de ellos no sólo me ha hecho crecer como persona, sino que además me ha enseñado a amar este país, del que me he enamorado y me llevo una impresión inmejorable. Todo lo que yo haya podido enseñarles no es nada comparado con lo que he aprendido de ellos, me llevo muchísimo más de lo que dejo.
Hace un mes que partí y me entra la nostalgia cuando pienso en esta experiencia, en todo lo que hicimos y en la multitud de proyectos que todavía están por hacer. Espero que el destino me brinde la oportunidad de poder volver a formar parte de esta familia.