Mary Júdith y Mei, Barcelona, España
Experiencia de Mary Júdith y Mei, Barcelona, España
“La oportunidad de cooperar”
La experiencia que queremos compartir, es la que vivimos tres chicas: Mari, Júdit y Mei, durante un mes en el departamento de Morazán, gracias a la fundación FUNDEMAC.
Casualidades de la vida pudimos contactar con FUNDEMAC y de forma directa con su director, Enrique. Después de distintos contactos y acuerdos nuestra ilusión se hacía realidad.
En ese instante empezamos a cuestionarnos distintas cosas; ¿cómo serán las personas? ¿Cómo nos van a acoger? ¿Qué recursos tendremos?… dudas que compartíamos las tres, pero a la vez desaparecían gracias a la ilusión que teníamos para emprender este proyecto.
Había llegado el momento, era verdad y real, nos íbamos de voluntarias a El Salvador.
Nuestros primeros días fueron de adaptación en el lugar, conocimos la Fundación y lo más importante la comunidad de Las Flores y sus miembros y la casa comunal donde realizaríamos nuestras actividades.
La primera imagen que tuvimos y que nos impresionó fue la “cancha”, lugar donde se reunían gran cantidad de personas, grandes y pequeñas, para jugar al béisbol. Este momento fue muy bonito, la comunidad nos acogía en su entorno de forma muy cercana y con mucha ilusión.
Desde ese momento entendimos dónde estábamos y se multiplicaron nuestras ganas de hacer cosas con todas esas personas.
Nuestra cooperación se encaminó en participar y apoyar a la comunidad de Las Flores, en distintas tareas organizadas desde la casa comunal. Conjuntamente con los miembros de la comunidad organizamos actividades, manualidades, talleres, juegos…para los niños y niñas de la comunidad.
Cada día era importante y distinto, gracias a la participación de los niños y niñas, sobre todo, por su ilusión, sus miradas y sus sonrisas.
Cualquier propuesta que hiciéramos les gustaba, les pedíamos ayuda o algún material accesible para ellos y sus respuestas eran siempre positivas, era mucho el agradecimiento que recibíamos. No era un agradecimiento cualquiera, sino un agradecimiento especial, con una mirada, un abrazo, una sonrisa…
Aprovechábamos los sábados y domingos para apoyar a la Fundación en los eventos. Los eventos nos permitieron conocer la organización que suponen y requieren los apadrinamientos de los niños y niñas de las distintas comunidades.
Ayudamos en los eventos en todo lo que estaba a nuestro alcance; en ayudar a los niños y niñas a escribir a “su amigo/a”, es como llamaban a sus padrinos, también ayudamos en organizar actividades para los eventos…
Los eventos estaban convocados en distintas comunidades cercanas a San Francisco Gotera. Gracias a estos eventos pudimos conocer y entender una parte del gran trabajo que realiza la Fundación con todos los niños y niñas apadrinados.
Era bonita la reacción que tenían algunos de estos niños y niñas al saber que éramos “españolas”, su duda era si conocíamos a “su amigo”. Nos dolía, también, ver la reacción de los niños cuando se les comunicaba que “su amigo” no podía seguir con el apadrinamiento.
Nos brindaron la oportunidad de participar en unas jornadas de educación realizadas en el Centro de Formación de San Miguel. Dedicamos una de las jornadas a compartir nuestra experiencia como maestras con los inspectores de educación de los distintos departamentos. Fue una jornada que nos permitió compartir nuestra profesión con “colegas” profesionales de El Salvador, e intercambiar y aprender distintos aspectos de forma conjunta.
Durante la jornada, experimentamos la dificultad que tiene la educación salvadoreña para implementar pequeños cambios pedagógicos. Personalmente, recogiendo sus opiniones y aportaciones, nos creo cierta inquietud e impotencia.
Con este pequeño fragmento queremos transmitir la experiencia que nosotras vivenciamos con gran ilusión y emoción.
Gracias a la Fundación y a personas como Enrique, Nuri, Zulma, Bernabé, Pilar, Antonio…y todos los miembros y en especial los niños y niñas de la comunidad de Las Flores nuestra ilusión se hizo realidad.
La experiencia nos permitió conocer un entorno, unas personas, en definitiva, una forma de vivir sencilla y muy admirable.
Aprendimos formas de ser y de trabajar muy valoradas gracias a muchos de los momentos que pudimos compartir con miembros de la Fundación. La impresión que tuvimos y nos transmitieron es la de trabajar por unas personas que se merecen lo mejor de este mundo y a las que hay que valorar por todo aquello que hacen y consiguen.
Nosotras aportamos todo lo que pudimos y todas estas personas nos dieron mucho para aprender, sentir y no olvidar.
Para nosotras fue una gran oportunidad en esta vida y algo importante es que tenemos muchas ganas de regresar y aportar un granito más de arena al gran trabajo que se realiza desde la Fundación.
Gracias FUNDEMAC.