Fundemac

Raquel, Madrid, España

Raquel, Madrid, España

“La ilusión de unos útiles escolares”

(Noviembre 2006)

Llegamos a El Salvador ansiosos por conocer este precioso y pequeño país de Centroamérica y con expectativas de hacer algo más que “sólo turismo”, queríamos empaparnos bien de la realidad que se vive día a día en este país, y para ello, nada como contar con la inestimable ayuda de nuestro buen amigo Enrique, que nos brindó la posibilidad de conocer un poco sobre el funcionamiento interno de la FUNDEMAC y sobre su línea de acción en el oriente del país.

A los dos días de haber aterrizado empezamos a salir con parte del equipo de trabajo de la FUNDEMAC hacia lugares recónditos: Chilanga, Lolotiquillo, Torola, Cacaopera, Calavera… realizando entregas de paquetes escolares en las comunidades y compartiendo la maravillosa experiencia del que siente que está haciendo algo útil, bonito y provechoso para un grupo de gente que no lo tiene tan fácil como los que vivimos en este lado del planeta.

Intercambiar miradas, sonrisas y palabras de agradecimiento con algunos padres fue maravilloso, pero no tanto  como el tener la oportunidad de acercarse a los niños, siempre curiosos y divertidos… notas que ellos te ven muy diferente y saben que vienes de lejos, y sus ganas de saber y de intercambiar un rato de agradable charla hacen que pases horas y horas hablando, jugando y descubriendo una pequeña parte de su vida, de su mundo y de su forma de afrontarlo. Las niñas curioseaban sobre mi aspecto, me tocan el pelo, me quitan las horquillas (ganchos) y las intercambiamos por pulseras que ellas me regalan… No paran de hacerme preguntas sobre cómo es el lugar donde vivo, y sobre cómo es eso de que cuando en España es invierno y hace frío, del cielo cae “blanco”, eso que llaman nieve.

La experiencia de trabajar con FUNDEMAC en el Salvador fue gratificante a todos los niveles, especialmente por esos momentos de regalo, la recompensa del trabajo realizado, que en este caso no fue otra más que la satisfacción personal de saber que has ayudado a mejorar la calidad de vida de unas cuantas familias, de niños que saben apreciar los materiales escolares que les entregas en mochilas azules y naranjas y que a juzgar por la expresión de sus caras,  más que estar llenas de libros parecen estar llenas de ilusión y esperanza.

Raquel Clemente y Rodolfo Martín, junio 2010.

Madrid.

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